sábado, 3 de enero de 2015

Sobre microbios, besos y astronautas (y II)

En el post que publicamos el año pasado hablabamos del estudio sobre la microbiota que se transfiere de una persona a otra en un beso. Este estudio me recordó a una historia que leí en el libro Good germs, Bad germs: Health and survival in a bacterial world y que enlaza con el post anterior: El beso de la muerte de la mujer del astronauta.



En los años sesenta la NASA estaba evaluando los posibles riesgos de las expediciones largas al espacio: si los ojos explotarían en gravedad cero, si los músculos se atrofiarían… Hasta que un científico afirmó que el mayor riesgo sería el “shock microbiano” que le podría producir el simple beso de la esposa del astronauta al regresar.
 
La prensa se hizo eco de ello, como muestran las fotografías de arriba. Lo llamaron el beso de la muerte de la mujer del astronauta. ¿Cómo era posible? La composición bacteriana de nuestro aparato digestivo se va renovando continuamente. Al encontrarse aislados y comer y beber alimentos esterilizados, podía haber una disminución en la diversidad de nuestras bacterias. Así, tras una estancia prolongada en el espacio, un astronauta con una menor diversidad podría verse afectado al volver. En ratones ya se había visto que un aislamiento prolongado en condiciones similares podía llegar a matar a los ratones al reintroducirlos con el resto.

Esto preocupó a la NASA, que encargó estudios al respecto. Algunos de los que se realizaron para calcular como disminuía la diversidad tenían la limitación de que solo se podía ver aquellas bacterias que podemos cultivar en el laboratorio. Cuando sometió a astronautas a situaciones similares a las del espacio si se observó que al limitar su higiene aumentaba la cantidad de bacterias en la piel, y podía ser un riesgo cuando aumentaban algunas cepas de estafilococos o estreptococos. Pero lo que preocupaba estaba en el intestino, y aunque se observó un cambio en la microbiota, solamente se tradujo en un problema de flatulencias que obligo a replantear algunas dietas. Los astronautas salieron sanos de la prueba y de las misiones que ha habido posteriormente.

Así que la próxima vez que beses a alguien “íntimamente” puedes hacerlo tranquilamente. A pesar de que 80 millones suenen a mucho, no se ha muerto ningún astronauta por ello. Eso sí, también puedes seguir los consejos de la copla, y es que “un beso de amor no se lo doy a cualquiera”.

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